Una cagada de post.

Disclaimer: He tenido que leer una y otra vez este post y me veo en la obligación de poner un disclaimer para personas con sensibilidad visual, mental e intelectual y prevenirlos de:

No leer este post o,

Leerlo con mucha naturalidad.

Pues defecar (aka “cagar”) es un acto natural que realizamos a diario, no debe ser tomado como algo vergonzoso, y si se quieren sentir orgullosos, pues en buena hora, recuerden que el estreñimiento puede estar más cerca de lo creen. El hecho de que no veamos cagar a Natalie Portman, a Brad Pitt, a un Teletubbie o a Bambi, no quiere decir que nunca lo hagan. Y aunque sé que ninguno de ustedes sea capaz de admitirlo (a ver pues, escriban un post), sé que todos ustedes lo hacen. Una vez puesto el parche, pueden empezar a leer.

Estaba leyendo hace poco un post de Milhoras donde estuvo haciendo un recuento de los momentos más rochosos en la vida de uno cuando me acordé de uno de los Top Peores Momentos de la vida de D96.

Hace años trabajaba en una tienda en Jesús Maria. Era en un espacio aparte de la casa de un amigo, tan pequeño como para poner una fuente de soda, y tenía un baño mágico en el fondo de la sala. El dueño de casa, padre de mi amigo, me había advertido una y mil veces que NO utilizara ese baño para... digamos que para hacer "grandes descargas", para eso podía utilizar el baño de la casa sin ningún problema. Ok, todo entendido, todo comprendido. Y todos los días el tío me decía lo mismo “no utilices este baño”, “no utilices este baño”, “no utilices este baño”.

Y adivinen que?

Esta es la foto más asquerosa que encontré, colgada a propósito (del post) sin fines ilustrativos.

Una noche, ya cuando cerraba el lugar, uno de esos recuerdos estomacales por el almuerzo de frejoles bien condimentados con su ceviche de bonito y harto ají, empezó a formarse desde lo más interno de mi ser. Es una de esas sensaciones insoportables en las que ya no soportas tus propios desagües, el dolor era como un hincón y el único alivio momentáneo era caminar como pingüino. Entonces las palabras del tío “no utilices este baño” aparecieron en una nubecita sobre mi cabeza, pero desapareció pronto cuando la imagen olió lo que solté y me dijo con la mano en la nariz “que esperas carajo, te estás pudriendo en vida!!!”.

Omitiré la parte del concierto, por ahora.

Una vez hecha la travesura, eliminé todo tipo de evidencia por el mismo medio, al fondo de la taza, eché el spray a verde primavera y voila, como nuevo, nadie hizo nada, todos contentos, todos felices.

Al día siguiente, el lugar completo apestaba. Apestaba es poco, parecía que la tienda fuera una fosa séptica por el inconfundible hedor a desagüe, creo el colector del Callao era un jardín de rosas a su lado, realmente asqueroso. El tío esperó a que llegara para decirme mi vida entera, de cómo “había sido capaz de permitir que alguien usara el baño”, lo que me deslindo de toda culpa, pues debería ser bien imbécil para utilizarlo cuando se me dijo explícitamente, miles de veces, todos los días, que no lo utilizara. El asunto es que ese baño tenía un problema, los papeles arrojados al inodoro se estancaban y todo lo demás que pasara se quedaba atorado a medio camino y en cuestión de horas, sucedía lo que sucedió.

Tener 32 y contar algo como esto con tanta naturalidad, es la “cagada” (literalmente hablando).