Zashe (1990 - 2006)
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El día de ayer mi familia tuvo una perdida lamentable. Pero les contaré la historia desde el principio.
Los primeros meses del año 90 recibimos con gratitud un regalo al que llamamos Zashe. Una pequeña criatura de meses de nacida a la que le celebraríamos su cumpleaños todos los primero de enero. Era fea a los ojos de todos, pero a los de mi familia era un tesoro. Lo primero que recuerdo de ella era que le gustaba jugar a morderme cuando me ponía un guante, lo que me hacía recordar sus pequeñas patitas blancas de las que creíamos iban a verse perladas cuando creciera, pero nunca sucedió así. Comía su plato de hígado diario y lo que nosotros le dábamos, no le gustaba el pan, pero bastante el dulce de la mermelada. Le tenía miedo a los gatos por que uno de ellos le arañó su ojo cuando era una curiosa cachorra. Zashe era la engreída de la casa.
No mordía y ladraba como descosida cuando alguien llegaba a la casa. Se abría de piernas y dejaba que la acariciaran hasta que solita se iba y se aburría. Cuando llegábamos del colegio nos recibía a todo dar, moviendo su cola corta y encogiéndose el lomo como si hubiera hecho una travesura. Destrozó zapatos, rompió cuadernos, incluso nos salvó de un incendio en nuestra casa, de tres animales que teníamos fue la única que ladró para advertir que la velita misionera de mi vieja había encendido su cómoda de madera. Zashe era nuestra heroína.
Le gustaba que la rascáramos entre sus ojos. Eso la tranquilizaba, cerraba sus ojos como dormida y bajaba la cabeza hasta quedarse quietecita. Apuesto que eso la tranquilizó al final. Fue la única de mis tres perros que aprendió a llevar su propio paquete de galletas en la boca cuando iba con ella a comprar a la tienda, fue la única que aprendió a decir “mama”. Caminaba como una caballerita y saltaba cuando quería algo. Siempre iba detrás del dulce, maldita perra consentida.
Ya de vieja creíamos que se iría pronto, pero estaba de lo más resana. Sobrevivió a una caída de las escaleras de casi un metro cincuenta, sobrevivió a dos atropellos (uno hace un par de meses), sobrevivió a un ataque masivo de asma hace dos meses, sobrevivió a los golpes que mi vieja le propinaba para que no se echara en su cama, alfombras o sillones, sobrevivió a una mordida de lomo (que me costó a mi dos cicatrices en mi labio superior derecho), sobrevivió al miedo de ver al gato del vecino pasearse por la casa, sobrevivo a mis otros dos perros, sobrevivió al celo de mi otra perrita y darse las dos de alma hasta que las separáramos, sobrevivió a los fuegos artificiales de navidad, año nuevo y fiestas patrias, sobrevivió a un cuadro agudo de deshidratación el último verano y sobrevivió al bocado de veneno el día de hoy.
Sin embargo, lo que le pasó hoy tuvo consecuencias. El veterinario dijo que estaba muy viejita y que el paro respiratorio que nos la arrancó de las manos era algo que le iba a suceder. Ahora nos sentimos solos, no volveremos a despertar con ella en nuestros pies, ni se nos acurrucará cuando veamos tele, no nos buscara para sentirse acompañada y no le gritaremos para que deje de mearse dentro de la casa, no la veremos temblar al bañarse, ni la abrigaremos en el invierno. Ya no habremos de preocuparnos por ella.
El veterinario le cortó sus largas uñas en medio de su desconcierto, mi hermana dijo que al menos murió “fashion”. Dicen que su última comida fue un pedazo de chocolate. Y mi sobrino el día de hoy le dejó un mini arreglo de flores diciéndole que la quería mucho. Yo sabía que algo malo sucedería el día de ayer, pero nunca me imaginé que la perderíamos tan tontamente. Ojalá algún día nos perdone. Esta fue la última aventura de mi Zashe.
Los primeros meses del año 90 recibimos con gratitud un regalo al que llamamos Zashe. Una pequeña criatura de meses de nacida a la que le celebraríamos su cumpleaños todos los primero de enero. Era fea a los ojos de todos, pero a los de mi familia era un tesoro. Lo primero que recuerdo de ella era que le gustaba jugar a morderme cuando me ponía un guante, lo que me hacía recordar sus pequeñas patitas blancas de las que creíamos iban a verse perladas cuando creciera, pero nunca sucedió así. Comía su plato de hígado diario y lo que nosotros le dábamos, no le gustaba el pan, pero bastante el dulce de la mermelada. Le tenía miedo a los gatos por que uno de ellos le arañó su ojo cuando era una curiosa cachorra. Zashe era la engreída de la casa.
No mordía y ladraba como descosida cuando alguien llegaba a la casa. Se abría de piernas y dejaba que la acariciaran hasta que solita se iba y se aburría. Cuando llegábamos del colegio nos recibía a todo dar, moviendo su cola corta y encogiéndose el lomo como si hubiera hecho una travesura. Destrozó zapatos, rompió cuadernos, incluso nos salvó de un incendio en nuestra casa, de tres animales que teníamos fue la única que ladró para advertir que la velita misionera de mi vieja había encendido su cómoda de madera. Zashe era nuestra heroína.
Le gustaba que la rascáramos entre sus ojos. Eso la tranquilizaba, cerraba sus ojos como dormida y bajaba la cabeza hasta quedarse quietecita. Apuesto que eso la tranquilizó al final. Fue la única de mis tres perros que aprendió a llevar su propio paquete de galletas en la boca cuando iba con ella a comprar a la tienda, fue la única que aprendió a decir “mama”. Caminaba como una caballerita y saltaba cuando quería algo. Siempre iba detrás del dulce, maldita perra consentida.
Ya de vieja creíamos que se iría pronto, pero estaba de lo más resana. Sobrevivió a una caída de las escaleras de casi un metro cincuenta, sobrevivió a dos atropellos (uno hace un par de meses), sobrevivió a un ataque masivo de asma hace dos meses, sobrevivió a los golpes que mi vieja le propinaba para que no se echara en su cama, alfombras o sillones, sobrevivió a una mordida de lomo (que me costó a mi dos cicatrices en mi labio superior derecho), sobrevivió al miedo de ver al gato del vecino pasearse por la casa, sobrevivo a mis otros dos perros, sobrevivió al celo de mi otra perrita y darse las dos de alma hasta que las separáramos, sobrevivió a los fuegos artificiales de navidad, año nuevo y fiestas patrias, sobrevivió a un cuadro agudo de deshidratación el último verano y sobrevivió al bocado de veneno el día de hoy.
Sin embargo, lo que le pasó hoy tuvo consecuencias. El veterinario dijo que estaba muy viejita y que el paro respiratorio que nos la arrancó de las manos era algo que le iba a suceder. Ahora nos sentimos solos, no volveremos a despertar con ella en nuestros pies, ni se nos acurrucará cuando veamos tele, no nos buscara para sentirse acompañada y no le gritaremos para que deje de mearse dentro de la casa, no la veremos temblar al bañarse, ni la abrigaremos en el invierno. Ya no habremos de preocuparnos por ella.
El veterinario le cortó sus largas uñas en medio de su desconcierto, mi hermana dijo que al menos murió “fashion”. Dicen que su última comida fue un pedazo de chocolate. Y mi sobrino el día de hoy le dejó un mini arreglo de flores diciéndole que la quería mucho. Yo sabía que algo malo sucedería el día de ayer, pero nunca me imaginé que la perderíamos tan tontamente. Ojalá algún día nos perdone. Esta fue la última aventura de mi Zashe.
7 Comments:
Que pena, hasta tengo lagrimillas en mis ojorocos...De hecho ya estaba bien viejita pero creo que merecía una muerte más digna que el bocado... A veces quisiera tener un perrito pero lo que me detiene (aparte del poco espacio de mi depa) es la pena que me daría cuando se enferme o se muera... Las mascotas llegan a ser parte de la familia, sobre todo cuando las tenemos tanto tiempo... Espero que la tristeza de tu familia pase, de hecho la van a extrañar pero luego ya sólo recordarán las miles de anécdotas y momentos felices...
Un abrazo
Gracias... aún me cuesta creer que me quede sin ella. Tantos años, la más engreida de todos.
Sé lo que es perder a una criaturita a la que amas y lo vacía que parece que está la casa, aunque nunca cambie de lugar, aunque nunca se arregle...
Yo también sufrí la pérdida de mis dos perras (que eran hermanas) y las dos de la misma manera: atropelladas. Lo pasé mal, pero no quisimos seguir con ese vacío y adoptamos a un animal fantástico, que necesitaba amor y cariño que otros no supieron darle. Quizás, como pasó tan poco tiempo desde que lo adoptamos , alguien podría decir," a rey muerto, rey puesto". Pero, a mi me importa un carajo lo que diga la gente. Nunca las olvidaré, porque conmigo pasaron casi toda la infancia, pero la vida sigue y tengo que darle las gracias a mi perro, por haber llenado nuestros tristes corazones, y habernos ayudado a llevar mejor la tristeza de los primeros días.
Tu perrita era muy bonita, yo no la veo fea, pero lo fuera o no, lo importante es que fue querida y no pasó lo que tuvo que pasar el mío , ni lo que pasan otros perros.
Gracias por visitar mi blog.
Saludos.
Pobrecilla, me da pena que la hayáis perdido.Ojalá siguiera allí con vosotros. Yo también tenía dos perritas; eran hermanitas. Se llamaban Diana y Laika. Las dos murieron de la misma forma; pilladas por un coche.Nos dió mucha pena. A la primera que perdimos fue a Laika. Diana parecía triste cuando perdió a su hermanita y la añoraba.1 año después nos quedamos sin Diana.Cuando Diana murió sentíamos un gran vacío así que para rellenar ese vacío fuimos a una protectora de animales y trajimos a un perrito caniche de 1 año y medio. Ahora tiene 5 años.Daba un poco de pena cuando te acercas ahí y vienen todos hacia ti lloriqueando como diciendo "¡Cógeme a mi!". Pobrecillos, si pudiera me los llevaría a todos.Mi perrito es muy alegre y juguetón; le encanta jugar a la pelota. Al acariciarle se le nota a veces una costillita rota; debe haber sido atropellado o maltratado por sus antiguos amos.Además parece que tiene miedo a las bolsas de basura.Dicen que estuvo deprimido.Este pequeño perrito nos ha llenado la casa de alegría.Ya en mi casa ya no hablamos casi nada de Diana y de Laika.Pero, pese a haber cogido mucho cariño a mi perrito mi mente en sueños parece echar de menos a Diana y a Laika; pues, a veces he soñado con ellas, que están vivas y que vuelven a casa.Muchos saludos y ánimo.
mi perruno companero se murio hace unos 24 meses
si bien no se murio de viejo, me dejo medio turuleco cuando me contaron que habia partido
conchess
Yo tb perdi a mi perrita Kaira... fue horrible :(
Hey pero ahora tienes a Munheka :D
Como pasa el tiempooooo
MuaMUa con lamida en el cachete.
Realmente me hiciste llorar con tu post.Yo tengo una gata, y a cada rato me pregunto(a pesar de que alla es joven)q voy a hacer cuando se muera.Eso de entenderse las mañas, correrse para no pisar la cola,o caerse porque está entremedio es algo que uno extraña.Incluso cuando estoy afuera en la casa de mis tios me pregunto por ella y me da pena que no sepa contestar el teléfono.Para todos es una gata cualquiera,para mi familia es la mascota,pero para mí es EL gato, el único que existe y que realmente me domesticó,en vez de domesticarla yo a ella.
Por todo eso,entiendo la pérdida de tu perrita,y aunque uno tenga otros perros hay cosas cada uno que se extrañan.
Por otro lado, siempre he creido que el cielo de los humanos es el mismo que el de los perros.Así que si al morir,te encuentras con una perrita chascona y juguetona, no te sorprendas!!
Camila C
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