jueves, agosto 24, 2006

Desde el otro lado de la orilla.

Había estado pensando escribir este post desde martes desde que regrese de mi internado, y es que como mencioné en el post anterior es fácil ponerse en los zapatos de otra persona cuando no has vivido lo que esa persona ha vivido.

No sé por donde empezar la historia, mejor desde la más antigua.

A mi flaquita no le gusta que hable de ella por el simple motivo que siente vergüenza de ella, ¿por que? Hace años estuvo involucrada en un accidente que le jodió la pierna izquierda, por lo que tiene cierta dificultad al caminar, sin contar con el hecho de que tiene poco equilibrio. La historia es larga, pero no soy nadie para hablar de ello. Como sea, el tiempo pasa y las heridas sanan o al menos cicatrizan, no cerrando al cien por ciento. ¿Y esto que tiene que ver conmigo?

He de sonar grosero si digo que más de una vez este “defecto” me ha sacado de quicio. Al principio no tenía ningún problema, no era un servicio a la comunidad tampoco, pero fue eso lo que nos acercó más. Yo la ayudaba a ir a todos lados y lo que más detestaba era que se volviera dependiente de mí en ese aspecto, pero es algo tan utópico que las cosas no salieron como esperaba. Cada vez yo era necesario para hacer lo más mínimo, “que tengo que ir a telefónica”, “que tengo que ir a una entrevista”, “que tengo que esto “que tengo que lo otro”, siempre había una excusa para sacarme de la chamba, de clases, de mi casa y hasta de mi quinto sueño. No me molestaba hacerlo, he de ser muy paciente, pero en tres años la paciencia empieza a colmarse. Siempre estuve lleno de excusas como “no puedo subir escaleras por que me caigo”, “no puedo pasar por allá por que es muy angosto”, “no me sueltes por que no tengo equilibrio” y muchas otras más, frases a las que no podía resistirme.


El internado que tuve por esta chamba que no alcancé fue en un colegio militar, el Leoncio Prado para ser exactos. El puesto merecía un alto entrenamiento físico y fue por eso que hice el examen médico (maldito aquel que me encontró la presión alta), y una vez dentro tuve que asimilar mi ritmo de vida al de los alumnos del colegio, entrenamiento físico y demás. Para no hacer larga la historia, ustedes sabrán como es el juego militar, si haces algo mal tienes que cumplir algunos castigos: las maledetas ranas.

Hice ranas por estar despeinado, por no hacer la cama de noche, por no hacer la cama de día, por no contestar como debía, por no sentarme bien en la mesa, etc, etc, etc… además del arduo esfuerzo por hacer la p**a gimnasia que fue lo que me cagó las rodillas. A los cuatro días de estar en el internado no podía dar ni un paso, las rodillas me dolían hasta la quinta generación y no había nada que pudiera hacer para evitar el dolor. Me dolía marchar, me dolía caminar, me dolía sentarme incluso pues tenía que doblar las piernas y si las estiraba mucho también me dolía. Faltando unos tres día no aguanté y pedí permiso para no hacer más ejercicio, ni correr podía y eso fue el colmo.

Salí el sábado con mucho esfuerzo, preferí tomarme unos días de descanso aprovechando la mala racha que tuve con el trabajo por el cual creo que fue injusto, pero esa es otra historia. Fui recibido con reclamos y quejas y realmente todo me llegó al pancho, estaba jodido por las piernas y por la chamba. Ya no podía dar mis maratónicas caminatas por las calles de lima como hacía siempre y cada vez me costaba más mantener mi propio equilibrio… Fui a pagar mi teléfono y luego fui a Plaza Vea de Higuereta y por primera vez me enfrenté a este dilema, tenía que subir escaleras y por mi condición cuasi convaleciente no quise siquiera enfrentarme. Por ende, tomé el camino largo, fui hasta la rampa mecánica que lleva al segundo nivel del centro comercial para entrar y en pleno camino me di cuenta del esfuerzo que las personas con ciertas dificultades al caminar. Entendí bien lo que mi flaquita piensa cuando va a un lugar con escaleras, entendí lo mucho que se queja de sitios que no tienen acceso fácil para discapacitados y lo pesado que es tomar caminos alternos para acceder a muchos sitios. Entendí lo bien que se debía sentir de tener a alguien que la ayude y sobre todo que le tenga paciencia, pues si tuviera (alguno de ustedes) dificultades al caminar, verán que el tiempo se vuelve infinito cuando quieren subir siquiera la vereda.

Hoy jueves mis piernas ya están mejor, he intentado correr pero no puedo hacerlo aún, sin embargo el dolor en mis piernas ya casi desaparece, al menos ya no parezco pingüino al caminar. He de terminar confesando que ahora la veo con otros ojos, es fácil ponerse en los zapatos de otra persona cuando no has vivido lo que esa persona ha vivido, es decir podemos comprender a personas con discapacidades pero nunca tanto como si las hubiéramos vivido… aunque sea por dos semanas.

10 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Es verdad,muchas veces no te das cuenta de lo que sufre una persona hasta que no estás en su pellejo.Es entonces, cuando estás en su misma situación o parecida cuando realmente comprendes los sentimientos de esa persona.

Por cierto,en España nunca he oído la palabra "Chamba" y te pregunto:¿Que significa? Es que tengo curiosidad.

Muy cordiales saludos.

2:59 a. m.  
Blogger Esther said...

¡ Qué mala pata lo que te pasó!
La verdad es que tienes razón; Comprendemos a nuestro modo a las personas, pero no al 100% porque no experimentamos en nuestra propia piel lo que la otra persona le está pasando, a no ser que algún que otro día nos pase lo mismo.Bueno, dice el dicho: " no hay mal que por bien no venga" y si esto te ha servido para comprender mejor a esas personas... ...mejor que mejor. Aunque, espero que te mejores.
PD: lo de "jolines" en el último post lo hice a posta, je,je,je. Tb. solemos decir : "jolín" pero, esas dos expresiones parece que se estén perdiendo por aquí. También ( y perdón por el taco que voy a decir) "joder" está pasando a una forma menos grosera "jovar". Bueno, lo dicho: mejórate.

3:40 a. m.  
Blogger Ursula said...

Muy cierto, los que diseñan los accesos para discapacitados, como no lo son, no tienen idea de lo incómodo que puede resultar, y muchas veces estos accesos ni siquiera existen... Uno no tiene cómo darse cuenta hasta que lo vive en carne propia, la mentable realmente. Espero que tus rodillas ya se encuentren mejor...

8:37 a. m.  
Blogger Mabel Pérez Carranza said...

Que IMPORTANTE y FELIZ es tu "Flaquita" por tener 1 Dragón, que habla de su historia privada, de cómo se relacionan y se tienen uno al otro .¡Muy bien!
Un abrazo para ambos,
C

9:19 a. m.  
Blogger Deicidio said...

Ya te mejorarás mi broder, reucerda lo que dice Calamaro:
Hay que caminar, antes de empezar a correr...

4:36 p. m.  
Blogger Las Sinapsis de Azazel said...

creo que hay que vivirla, sino es mejor no hacerse el buenito, sencillamente no tenemos como saber lo que siente o padece cada persona hasta vivirlo en el propio pellejo y aun asi, me suena hipocrita, cuando escucho " se como te sientes" o el peor aun " pobrecito o pobrecita" suerte dragon nos vemos

6:53 p. m.  
Blogger Daniela said...

Dragón...pasaste, por una experiencia dolorosa, para comprender mejor a tu flaquita, ojalá , te encuentres ya bien, querido amigo.
Un fuerte abrazo.

8:45 a. m.  
Blogger George said...

uy, qué mala suerte lo que te pasó, peor bueno, la mal tiempo buena cara.

Hace como un año me torcí el tobillo en una tontería y coo vivo en un segundo piso, imagina como me costó bajar las escaleras, luego la vereda, cruzar la pista, subir la vereda, caminar a la tienda (no joven, se ha terminado), salir de la tienda, caminar hasta la pista, bajar la vereda, cruzar la pista, volver a subir la otra vereda y luego las escaleras. Ello sin mencionar el dolor, porque duela la vaina.... UN TRAUMA TOTAL !!!

11:12 a. m.  
Blogger Dragón del 96 said...

Sara: chamba es chamba... trabajo, laburo.

Hasta el día de ayer estaba con la rodilla izquierda adolorida, pero hoy sabado ya me siento mejor. Sin embargo he intentado correr y aun me duele hacerlo. Poco a poco.

2:44 p. m.  
Blogger Deicidio said...

Gatea por el momento pues mi broder...

1:44 a. m.  

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