jueves, agosto 03, 2006

Viajar en combi.

Había olvidado lo hermoso que es viajar en combi por las mañanas antes de las 7am. Mientras esté como freelance como que el horario es algo a lo que nunca estás sujeto y a lo que menos le das importancia, así que volver a retomar estos momentos es como ver un capítulo antiguo de Días Felices con Fonzy diciendo “Heyyyy!!!!”.

Estaba fresco, había salido de la ducha con mi cabello mojado y con las mismas salí de casa, tomé la primera combi donde todos me miraban como bicho raro, no sé si era por que tosía a cada rato o por que yo también los miraba con la misma cara. Bajé a dos paraderos de ese lugar para tomar la siguiente combi donde encontraría a cada espécimen de la Lima, la urbana.

En el asiento del copiloto al lado del chofer, una tía vestida como secre se depilaba frente a un pequeño espejo mientras la combi saltaba cada segundo por los baches en su camino, supongo que la destreza de esta mujer debe ser bárbara pues me parece increíble que no se haya sacado un ojo en el camino. Y acabado esto, empezó a pintarse los labios con tal exactitud que ni Jerry Lee Lewis lo hubiera hecho mejor que con su pie izquierdo.

Atrás, bien al fondo, un muchacho con pinta de relajado, iba golpeando su cabeza contra a ventana y contra sus vecinos de enfrente, para esto, la tía sentada frente a él, solo mueve la cabeza en cada pare de la combi para no golpearse con él, mientras que el tío a su lado lo despierta cada tres paraderos para que se fije donde golpetea. Al rato, la combi empieza a llenarse y cada vez el oxígeno es menos dentro de la lata de sardinas. En alguna parte de Lima, la gente sube como corderitos “beh!!! beh!!!” lloran al subir, “beh!!!” dicen mientras el carnicero, dueño y señor de la puerta (el cobrador), pide con amable disconformidad que se acomoden como si fuera un juego de tetris... aquí nadie pierde.

Suben dos tíos con pinta de choros (ladrones para mis lectores hispano parlantes) que ya conozco desde que aprendí a tomar transporte público, uno siempre sube hasta atrás y sirve de campana mientras que el otro chequea a los que están más adelante, sus miradas cómplices los delatan, pero yo soy el único que los nota. Y como es la ley del ladrón, si te ven, corres. Al siguiente paradero uno se baja y dos después, su amigo, quien sabe quizá con un sencillito de alguna incauta.

Yo estoy de espectador detrás del chofer, el sitio más incomodo, siento cada bache y hasta cuando el chofer acciona velocidad turbo (mi cuerpo se va para adelante como costal de papas), frente a mi, una señorita que me mira tímidamente, supongo que es por que cuando veo por la ventana tengo que cruzármela de vista y piensa que la estoy enamorando. A mi lado, dos choclonas (tías bien tías) con buzo que prefirieron hacerle trampa a la dieta y al ejercicio tomando la combi para acortar distancias. Nadie adelgaza viajando en micro. Y para colmo de males, sube una mocosa con su mochila universitaria que deja sobre mis piernas como si fuera su escritorio, mientras hace la tarea titánica de colgarse de la baranda para no sucumbir a las tembladeras alzeimicas de nuestro transporte querido.

Pero dentro de todo este paraíso humano se escucha en el fondo la radio del chofer en su emisora favorita donde un gaucho habla cantando esas canciones de hace tres mil años donde una mujer solloza “snif, snif” como si tuviera el micrófono en la garganta (por dios hasta escucho como se le cae el moco a la tía) mientras que las tías a mi costado repiten la letra, moviendo la cabeza de un lado a otro en completa anti sincronía (existe esa palabra?). Ni siquiera sus golpeteos con mi ilustre cabeza me hace olvidar el ácido olor a sobaco de tres días que supongo viene del cobrador... o de algún otro chistoso.

Por suerte cuando me bajo de la combi no me caigo al suelo después de que mis piernas vuelven a sentir la sangre circular nuevamente, solo me queda la sensación a cosquillas que me hace caminar más lento, pero me quedo con la esperanza de que tendré que tomar nuevamente el mismo carro de regreso a casita donde tal vez me espere un buen almuerzo. Como extraño viajar en combi.

5 Comments:

Blogger Ursula said...

Buena descripción de todo lo que puedes encontrar en una combi... Hay días en que yo también las extraño...

8:59 a. m.  
Blogger Alfredo said...

y eso te gusta?

11:02 a. m.  
Blogger Dragón del 96 said...

Hacía tiempo que no viajaba en combi... casi lloro, pero por el olor a sobaco.

5:31 p. m.  
Blogger Esther said...

¡Jolín! qué agobio ¿no?
Para aguantar éso... ... espero que no fuera por mucho tiempo al menos...

3:31 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

4:12 p. m.  

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