Mis rostros ladrones.

Leyendo hace un par de semanas un post de Alandroide Paranoico (básico leerlo), recordé que en ciertas ocasiones he tenido el mismo problema, mi ¿? rostro habla muchas veces por mi y habla más de lo debido. No es que me quejé de las cosas que me dice, pero siempre dice cosas de mí que no son enteramente ciertas.

Rostro 1: Pastrulo.
A mi me gusta andar con la barba crecida, me gusta tener el cabello largo, me gusta estar poco preocupado de mi apariencia, pues me siento bien sin tener que estresarme pensando en ello. Sin embargo, la barba me crece como juncos, mi cabello parece un erizo y como suelo desvelarme, las ojeras me dan un aire más bien tenebroso que el de una persona normal. Con decir que una vez fui con esas fachas al Manolo’s y me echaron del lugar pensando que entraba a robarles a los clientes. Bastó decir que era YO, Dragón del 96, asiduo cliente del lugar y no un pastrulo que entraba a vender caramelitos a los turistas. Después de una disculpa me dejaron comer un club sándwich.

Rostro 2: Medio pasaje.
Cuando empezaba a dar los estirones propios de mi edad, cuando apenas tenía doce o menos años, recuerdo estudiaba inglés en el ICPNA (Instituto Cultural Peruano Norte Americano) e iba en micro hasta la sede de Miraflores. Una vez, ya con bozo sobre el labio y con una altura mayor a la del promedio de 12 años, el chofer de la combi al verme subir me dice: “¡Que jovencito tal alto! No sé si cobrarte medio pasaje o quieres que te cobre como un adulto?”. Y como yo tenía ínfulas de niño grande, bien caído del palto le dije “cóbreme entero pues ya soy grande”. Hasta yo me metería un lapo por huevo frito.

Rostro 3: Conductor.
Aprendí a manejar a los 14 años, pero mi práctica en el manejo fue poca, cuando estuve a punto de tener un auto sucedió un imprevisto que hizo que ello no sucediera. Sin embargo, en algún universo paralelo uno de mis otros dragones si logró la tan ansiada movilidad que incluso hasta me transportó el rostro. Cuando conocí a mi familia política, mi cuñada (que no tiene nada de snob o pituca, en realidad es buenísima onda) estaba ya saliendo con su esposo cuando…
Cuñada: Oe’ dile a tu novio que nos jale hasta Miraflores. – le dijo a su hermana (mi flaca) bien suelta de huesos.
Flaca de D96: Eh… D96 no tiene auto. – un sonido como de disco de vinil rayado interrumpió la escena y todos en la sala me miraron como si fuera el Coronel Mostaza con el Candelabro en el Comedor.
Cuñada: Juat!!! – disimularlo ya era imposible, pero igual era su cuñado así que no le quedo más que… pedirse un taxi.

Rostro 4: Pánfilo.
Debo tener una de esas caras de pisado/sacolargo/”si, mi amor” increíbles que todas mis enamoradas (menos la de ahora, por supuesto) parecen haber sido cortadas con la misma tijera, es decir locas maníacas depresivas inseguras de mantener una relación con un dragón normal como yo. Genéticamente celosas y controladoras hasta el tuétano que hasta puedo decir como es una mujer de este tipo sin necesidad de conocerla, solo me basta verla. Y es que la gran excusa de todas es que tengo cara de chico “jugador” y no es que me la crea, pero hasta yo sé que es mentira. Sé que las mujeres celosas son capaces de todo para tener su presa a su lado, pero no jueguen con mis sentimientos. Gracias a dios estoy curado de ellas.

Rostro 5: El infante.
Todos los días después de bañarme, me miró a los ojos y ya me veo viejo. Algunos de mis cabellos han tornado su color negro a blanco o gris, mientras que mi frente se va arrugando junto a otras zonas de mi cara. El tiempo pasa y extraño ese rostro inocente que tenía (el año pasado) cuando era menos inexperto. Pero soy el único que lo nota y eso es bueno, pues cuando la gente me ve dice que tengo al menos dos años menos. Y eso ya es un alivio.

Rostro 5: Transgeneracional.
Todos tenemos un tío favorito, el pendejo, el vivo, el que te engríe, el tío chocho, en mi caso es el hermano de mi mamá, que vive en los yunaites. La última vez que vino fue cuando aún estaba en el colegio y él fue el que me llevó al Manolo’s la primera vez (desde ese momento siempre que podía iba). Esa vez, mientras comía mi faustuoso helado en forma de no sé que (pero si con chispita mariposa) mi tío me quedo mirando como fútbol y dijo “’ta mare, de verdad eres igualito a mi viejo (mi abuelo, QEPD), tienes toda la cara de los del 6”.

Nota de editor:
Mi nombre es Dragón del 96. Dragón de nombre, 9 de apellido materno y 6 de apellido materno.

Y si, es cierto, viendo las fotos de mi abuelo tengo cierto aire a él, aunque ahora ya no tanto. Sin embargo, cosa curiosa, mi sobrino tiene un gran parecido a mi cuando yo tenía su edad, por lo que creo es bastante probable que el sea tan cuero como su tío. Lamentablemente no es Dragón (si hubiera nacido diecisiete días antes lo hubiera sido), pero igual lo quiero mucho.

Rostro 6: Feo.
Me gusta ser el malo de la película, cuando jugada D&d siempre era el tío malo, el mago malévolo con ganas de conquistar el universo y sediento de poder, pero no al estilo de Fujimori o Chávez, sino en un estilo más dramático tipo Sauron o Lord Voldemort. El hecho es que no tengo cara de malo, sino de “buena gente”. Y ya saben lo que dicen de las personas que son “buena gente”.

Rostro 7: Paul sin bandera.
Tengo un amigo (del cual nadie duda de su sexualidad) que en la época en la que 1000 Oficios era el Boom de la televisión peruana, me dijo que tenía un aire a un personaje de dicha serie. El protagonista? Uno de los secundarios? Algún invitado especial que se roba el corazón de las chicas terremoto? No, tenía un parecido a Paul. Y quien m… es Paul? No te preocupes, ni yo lo sé y probablemente nadie lo recuerde pues creo fue un personaje que solo apareció un par de capítulos y luego se convirtió en un nobody. Y no contento con eso (hablo de mi pata del cual nadie duda de su sexualidad) termino diciéndome que con la barba crecida tenía cierto aire a uno de los cantantes de Sin Bandera. Sin comentarios.

Rostro 8: El clon.
No he dejado un solo sin día sin pensar en esto. De chibolo fui con mi familia a comer a un lugar X donde varios niños jugaban en la calle un partidito de fútbol como se acostumbra en muchos lugares. Entrando al auto de mi tío, mi primo me dice “allá afuera hay alguien que es igualito a ti”, no le hice caso al principio. Luego mi tío me dijo lo mismo y mi tía se aunó a confirmar lo que todos menos yo habían visto. La curiosidad no pudo más conmigo y me volví a ver quien era el dichoso clon del D96, pero la bruma de mocosos interesados por verme no me dejó ver al dichoso seudo dragón que jugaba fútbol con ellos, pero lo que si es cierto es que el parecido lo habían notado todos menos yo.

Rostro 9: Molesto.
Si has llegado a esta parte del post, pues felicitaciones, creo que ya me excedí. Mi noveno rostro se lo debo a parecer siempre molesto. Por que? No uso lentes, ni de sol, pero cuando camino por las calles siempre frunzo el ceño. Todos los que me ven me preguntan si no estoy molesto o algo por el estilo, y la verdad es que no, sino que ya me acostumbre haciéndolo. Debe ser por eso que las patas de gallo ya me aparecieron.

Rostro 10: Salserín… con mucho swing.
En cierta época de mi existencia he sido el terror de los quinos, el muchacho más cotizado que dólar durante el primer gobierno de García, más buscado que password de página porno y más pedido que foto de Shirley Cherres calata en este blog, para ser la pareja de quinceañeros de muchas de mis amigas. Y por que motivo? Supongo que por mi forma desenvuelta de ser las muchachitas que conocía pensaban que era un experto bailando salsa, pero la verdad era otra. La única forma de que me vean moverme con una salsa es si me resbalo con mayonesa. No más.

Y si tienes dudas de cara de que tengo, pues date una vuelta por la red, que si tienes suerte puedes verme y opinar. Estos son solo diez de los miles de rostros que tengo. Y tú… sin conocerme, cara de que crees que tengo?