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Para las mentes enfermas, el título de este post se refiere a los que estos ojos de dragón han visto, por eso los asteriscos. Que hagan referencia a lo que ustedes estén pensando es pura y mera coincidencia.

El día martes andaba yo caminando por las calles de Lima cuando de pronto, a lo lejos, mi vista se desvío del camino como si un campo electromagnético la jalara hacía un lado. Entonces, aquella parte del cuerpo que se dilata siete veces en tamaño cuando se excita (me refiero a la pupila, pero gracias por pensar en mi de esa manera) creció para ver mejor lo que se me estaba acercando. Una chiquilla de no más de metro y medio caminaba con un folder en una mano como si saliera de clases, vestía un jean apretado hasta el segundo apellido y una blusa de cuello V que parecía un tatuaje en su rellenito cuerpo, el asunto fue que tenía un buen par de parachoques neumáticos (es decir, si se caía al suelo de frente, rebotaría y se levantaría nuevamente como si nada), Giuliana Rengifo era un chancay de a ferro a su lado, que brava la chata! Por suerte no fui el único que presenció semejante milagro de la naturaleza, muy cerca de ella habían tres albañiles tomando un receso de la chamba, estaban sentados en la acera viendo a las moscas pasar, cuando, así como yo, sus cabezas se alinearon con el campo electromagnético que ese par de meteoritos ejercía sobre los ojos masculinos. Era imposible no verlos (a menos que seas gay y “vieras sus ojos”), y yo juraría que la chica sabía de sus tremendos atributos que los lucía a propósito y los hacía moverse de forma cadencial cual Shakira en Hips Don’t Lie (solo que con 200kg de más). Arriba, abajo, arriba, abajo, arriba, abajo… era casi hipnotizante, hasta que me sobrepaso. No sé si a ustedes les ha pasado, pero es en momentos como este en que uno piensa, querrá hacerme el habla?, querrá que le pregunté la hora o que le diga donde queda tal calle? No sé, mi mente era un mix de opciones, cada una más alucinante que la otra, hasta que regresé a la realidad y volví en mí.

Y yo pensé lo mismo!

Regresaba yo a mi casa después de una visita por asuntos legales, cuando me subí al primer micro que encontré, era una línea que iba por toda la avenida Aviación y a esa hora, casi las ocho de la noche, el carro andaba lleno, entonces me paré frente a un par de señoras, choclonas (dícese de la tía de gran cuerpo en todas sus dimensiones), a esperar que algún incauto dejara su asiento. Veía por la ventana escuchando a Daddy Yanqui en la radio, cuando de pronto, uno de los senos (pechereques, boobis, teta o como quieras llamarlo) de estas señoras se iluminó. Caraxo, una cyber teta, pensé, como era posible que una sola se prendiera? acaso la otra estaba malograda? Pensé en miles de cosas como que la tía vivía en un lugar muy oscuro y que se implantó unos faros personalizados como guías a través de las oscuras calles de su barrio. O era que la tía era una especie de Terminatrix chola con faros incorporados tratando de defender al futuro salvador de la tierra. Como sea, tener un par de esas debe ser incomodo, tener que cambiarle el foquito periódicamente, sus pobres críos recibirían descargas eléctricas en lugar de leche materna, no sé, me mande una alucinada completa peor que la de la historia anterior.

En eso, la tía se despierta, mete la mano debajo de su licra (aunque eso haya sido un poncho, a la tía le quedaba como licra) y me dije, oh dios, las va a sacar, va a mostrarlas y por un momento mi mente hizo cortocircuito al imaginarse lo que vería, me quedaría ciego... pero no, la tía sacó su celular y contestó. Ok, no me quedé ciego, pero no me imagino usar ese celular nunca en toda mi vida. No, thanks, para eso existen los teléfonos públicos.

Pero la vez que si quedé ciego por un par de meses fue cuando vivía en Barranco y caminaba por sus calles. Era más que un púber inocente, casi un niño, un crío, un bebe de pecho, regresaba yo de comprar el pan cuando paso frente a una casa que tenía la puerta del frente abierta, entonces, mi inocente y (pronto extinta) curiosidad da una mirada a la casa y se lleva la sorpresa de su vida cuando ve a una señora de cuchucientos mil (más 3) años dirigirse a la puerta completamente desnuda de la cintura para arriba. Recuerdo que vi cuatro brazos moverse al andar, los dos brazos del centro (así como de los bichos estos de Men in Black) eran más pequeños y arrugados y fueron las extensiones más macabras que haya visto en toda mi vida. Regresé mi mirada al frente tras escuchar el grito de una anciana sorprendida (detrás de grandes risas) y caminé a mi casa directamente a buscar una cuchara para sacarme los ojos, pero mis ojos habían quedado petrificados y eso me fue imposible.