Doble moral.

Leyendo este post de Peregrino me vino a la mente como nos damos de moralistas muchas veces. Es decir, a veces criticamos el comportamiento de algunas personas, por el simple hecho de que no nos parece lo “correcto”, siendo muchas veces nosotros culpables de otras mucho peores. Nos convertimos en jueces implacables y sentenciamos lo que está bien y lo que está mal, como si fuéramos dueños de una verdad absoluta.

Por ejemplo, si yo afirmara que he sido infiel, muchas personas saldrían a decirme mi vida entera, que soy un doble cara, un mentiroso, una persona nada confiable, desleal y todo lo que se les ocurra. Y no es que este haciendo apología a la infidelidad o al adulterio, pero qué si tengo mis razones? Si lo hice porque a mi me “adornaron”(*) primero o porque el sexo con mi pareja era malísimo o porque ella no quería tener relaciones conmigo cuando quería, lo que diablos sea... que importa! Muchas pueden ser las causas que pueden llevar a la infidelidad, pero más que pensar en ello criticamos el acto en sí. Que si mi pareja es una celosa obsesiva, que si es una jugadora compulsiva, que si es frígida, que importa! Solo nos tomamos el tiempo de señalar al pecador con un rosario en la mano y la otra en el pecho, haciendo cargamontón contra quien aparentemente tuvo la culpa, por que claro, siempre hay un culpable.

¿Izquierda o derecha? Igual, es la misma mierda.

Otro tema es el de la discriminación, más común en nuestra sociedad, donde la sola palabra ya nos produce estupor. Vamos... todos alguna vez lo hemos hecho, incluso entre nosotros mismos. Discriminar no solo se reduce al hecho de diferenciar por raza, opción sexual o clase social, solo que cuando incluye alguna de estas razones, nos convertimos en los ejemplos más ilustres de la tolerancia, muchas veces, para brillar como lideres de opinión cuando no somos capaces de admitir que choleamos o insultamos a quienes no se ven, piensan o actúan como nosotros, discriminando incluso a los discriminadores. Interesante paradoja, no lo creen?

Es fácil criticar a las personas que cometen errores, en especial cuando uno no los comete o no los quiere recordar. Fácil es dar opciones para evitar el fatal desenlace por el cual nos horrorizamos, sin siquiera conocer los antecedentes del hecho y es que nadie nunca sabe como reaccionará ante una circunstancia de la cual se es ajeno. Muy sencillo es afirmar que nunca hemos dicho algo solo para salir bien parado de una situación o parecer inmaculados ante el resto del grupo, cuando nos diferenciamos de todos hasta porque creemos saber más.

En lo personal, no creo que nadie este libre de algún pecadillo pendejo que guarde bajo siete llaves para evitar estar en la posición del acusado. No digo que todos hayamos sido infieles o mentirosos o asesinos o difamadores o lo peor que se les pueda ocurrir, pero no me parece saludable lanzar la primera piedra aduciendo que nunca seremos capaces de hacer lo que acusamos.

Y sí, he sido infiel y he discriminado.

(*) Adornar: En la jerga del peruano, poner los cuernos.