Househusband wannabe.

Hace un par de semanas Mamá Dragón decidió mandarse a mudar a Yungay por un par de semanas, había sido invitada como madrina y no quería perderse tan magno evento. El problema era… quién se queda a cargo de la casa? Quién nos da de comer? Quién mantendrá la casa limpia? Quién, quién, quién?

Dado que mi tiempo estaba disponible, me ofrecí voluntariamente a tomar esa posición. Después de todo, no es nada difícil hacer esas labores. Por favor… veo a mi vieja terminar con el almuerzo en media hora, si grita o reniega es porque quiere, además con el tiempo que le sobra le da tiempo para ver “Lo que callamos las mujeres” y antes de las 2pm la casa ya está reluciente, todos están almorzados y tiene tiempo para ver sus películas favoritas en HBO Digital. “Piece of cake” escuche?

Craso error.

Por suerte, todo lo que es lavado y planchado, lo aprendí desde muy joven y en casa, cada quien se ocupa de sus propia lavandería. Barrer, encerar y lustrar tampoco es tarea difícil (pero si pesada), también lo aprendí desde pequeño (es el precio que uno tiene que pagar para que no le encuentren las pornos de debajo de la cama), y las tareas diarias, como alimentar y cuidar a las mascotas (pericos, perro y sapo) y cuidar mi propio espacio (es el precio que tengo que pagar para que no encuentren mi equipo sado) no es nada del otro mundo.

Pero…

Pero la cocina es otra cosa. Mis conocimientos culinarios son limitados, el único plato que cocino sin ningún problema es el Risotto (en sus diversas presentaciones) y de comida casera sé tanto como de medicina complementaria y alternativa. Nunca he preparado un Puré de papas o un Estofado de Carne, apenas sé como preparar arroz y como freír un huevo, pero más allá de ello… ñangas! Mi vieja tiene un recetario personal que me pidió siguiera, pero yo confío en mi experiencia y en la prueba y error, así que ayuda de ella, no necesitaría.

Estar a cargo de una cocina no es nada fácil, uno tiene que aprender a manejarse con un presupuesto limitado y hacer milagros para que con diez soles compres una botella de aceite, aderezo, arroz, verduras, carne o pollo, y cualquier cosa no comestible que haga falta. Así tuve que aprender a regatear (que no es lo mismo que reggaetonear) con la casera del mercado, aprender a pedir una ramita de perejil que no se me cobrara (nada que mi sonrisa Kolynos no solucionara) y adivinar las medidas exactas para que la comida quede bien taipa.

Para ser sincero me importaba un comino que a mis hermanas les gustara mi sazón, mi única preocupación era mi sobrino, SD96, que sufre al almorzar cuando regresa del colegio, siempre dejando la comida. El primer lunes hice Yucas rellenas con jamón y dos tipos de queso, shoré como niñita sin lonchera al hacer una salsa de cebolla y equivoqué la medida de arroz y sal. El martes preparé un Puré de papa con queso azul acompañado de Hamburguesas con tocino que a todos gustó. El miércoles preparé unas Lentejas con morcillas, que decir que salieron duras y secas es poco, sin embargo para mi hermana, que detesta comer menestras, dice que le gustó mucho. Pero lo que más orgullo me dio fue que el enano comió toda su comida dos de esos días.

Pero cocinar es una chambaza, estaba de dos a tres horas diarias metido en la cocina, ni siquiera podía entender bien “Lo que callamos las mujeres” y por poco me quedó sin puré al meterme cinco minutos al msn, como joraca mi vieja demora media hora cuando yo quedaba esclavizado todo el día? No entiendo.

Por suerte, mi vieja decidió acortar su viaje y el jueves ya teníamos comida de verdad, rápida y lista para todos. Sin embargo, en su ausencia, recibió buenas críticas de mi sazón, tanto que ahora comparte sus secretos conmigo. En lo que va del mes ya aprendí a hacer Ocopa, Ají de Gallina y Estofado y lo mejor de todo es que el enano está comiendo todo.

Bueno, no sigo contando más porque ya empieza mi novela.

Bytes!

Quién es ese Pokemón... digo, esos bloggers?

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