La chapa.

Todos nos hemos cruzado en algún momento de nuestra corta existencia con alguien que pone chapas, es más en todos lados, sea el colegio, la universidad, en la chamba y en cualquier lugar donde se comparta con personas siempre hay alguien que tiene ese don de apodar a otros con sobrenombres que muchas veces suelen ser molestos (o agradables) y que terminan por maldecirnos a lo largo de nuestra existencia. (En el mundo bloguero no cuenta pues la mayoría entramos con una chapa de por si).

Venga a Pollería Don Tito, este octubre reunión bloguera.
Tenía una amiga ricotona (de esas que todos tenemos pero que ninguno ha gozado) a la que le decíamos la Pi medios (léase Pi la letra griega cuyo valor es 3.1416), pues por que en ella “el seno lograba la máxima expresión” (requisito para entender el chiste Ingeniería 101). Al otro lado de la escala evolutiva, estaba otra chica a la que le decían “La Bolimbo” (se acuerdan de ese chicle, Bolimbo super hiper ácido?) pues cuando la veías hacías muecas de lo fea que era (eso es ser cruel). A un pata de acne pronunciado le decíamos “carapulcra” y otro que siempre andaba enfermo era “distemper”. Una vez conocí a un pata tan, pero tan, pero tan espeso que le decíamos “quaker filtrante” (solo necesitabas que pusiera su dedo en una tasa y voila...!!! Quaker al instante!!!). Tenía una amiga de la universidad que le decían la “caserita” por que se vestía como las tías de los mercados (faldas largas y colores incandescentes en sus chompas), y la “carepuñete” era una chica que siempre andaba con cara de asada.
Chapa tu cena gratis con la grumos de Shirley Cherres y Anelí.
A veces las chapas se pasan de generación en generación, tal es el caso de una amiga a la que le decíamos la “loca cuchillo” pues cuando se arrebataba agarraba el cuchillo de cocina y se ponía como loca (que gracioso, verdad?), y al nacer su hijita ella se ganó el apodo de la “loca cuchillito” en honor a su madre. De tal palo tal astilla? Tal vez.
Coma en Joe's y tome Coca Cola (marca registrada).
Dentro de mi grupo de Proyecto Electrónico, éramos seis los que estábamos a cargo de la parte mecánica (es decir los que se encargarían de formar una base para un robot, diseñar la mano mecánica y ordenar los circuitos, etc.) y todos éramos una especie de superhéroes con superpoderes. Estaba Peggy, the Torn Girl (por su habilidad con el torno), su enamorado Kike era Alzheimer Boy (con la superhabilidad de olvidarlo todo), Juan era Malagua Man (el hombre sin forma o con forma de Teletubbie quemado), Toño era el hombre invisible (por que casi no iba a clases), yo era Mente Maestra (léase con voz grave y tenebrosa... en realidad no recuerdo como me llamaban, pero esto suena mejor, verdad?) y Miguel con la superhabilidad de... no tener superhabilidad.

Cuando busque "chapa" en internet, esto fue lo primero que salío.

Kineseologa busca adolescente jeropa para compartir cuarto.
Chapas, yo? No sé, no las recuerdo todas. En el cole me llamaban por mi apellido y por un tiempo me decían “muerto” por las grandes ojeras que me acompañaban durante el día (además de lo flaco que era, casi parecía etiope), durante mi adolescencia me decían Shaggy (si, el de Scooby Doo) pues era flaco, alto (lease este post), pelucón y con la barba hecha un trinche. En la universidad no recuerdo ninguna que sea relevante mencionar (ji, ji, ji) y en algunos lados me llamaban por mi segundo nombre que... simplemente no me gusta y que todos disfrutaban decirlo (no lo diré por que revelaría la verdadera identidad de Mente Maestra!!! Mwaha hah hah).
A la droga dile no... al dragón dile sí. (eso sonó gay, no?)
Por el momento me conformaré con ser Dragón del 96. Vamos, cuéntame... ¿cual es tu chaplín?

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Nota del autor: estoy probando una forma de aumentar el trafico en mi blog, así que estoy implementando el servicio de “Publicidad Subliminal”. No lo notarás si no usas Google Reader. Igual, no le hagas caso a los comerciales.