No es otra historia de medicina general.
Hace varios años me empezó a crecer un "hijo" en las espaldas, mejor dicho un bulto que podría ser un granito gigantesco a punto de reventar en cualquier momento o una pequeña protuberancia que me anunciaba la hora de gastar dinero en la clínica. Y como a las mujeres quieren ser las únicas capaces de llevar una vida dentro, mi flaca me pidió insistentemente que me lo sacará lo más pronto posible (no vaya a ser que sea algo que se torne maligno después).

Así termine yendo al veterinario de dragones (qué creías? qué un otorrinolaringólogo me vería? Ni que fuera ornitorrinco) que me dijo:
- Señor Dragón del 96, lo que usted tiene son dos glándulas sebáceas que necesitan extirparse.
- Qué tan grave es doctor?
- Es tan, pero tan, pero tan grave… que si no lo arregla pronto tendrán que llamarlo Cuasimodo… del 96.
- Esto es horrible! – con ambas manos en el rostro mismo “Mi pobre Angelito”.
- No, horrible es lo que le voy a cobrar… - cámara hace toma desde abajo y muestra el rostro el doctor en tonalidades negras y rojas – Mwahahahaha!!!
- Nooo….!!!
Fui a pagar las cosas que necesitaría para la operación. Haciendo cola me cruce con el último unicornio existente y cómo jodía el pobre con “soy el último de mi especie y también soy gay ”… si no hubiera sido por que se iba a hacer un cambio de género (se iba a operar el cuerno pues a su pareja el burro no le gustaba) me hubiera dado pena que su especie se extinguiera.
Regresé al doctor a que me haga la bendita operación, firmé un papel donde donaba mi carne para los asentamientos humanos si es que algo malo me sucediera (y mi piel iría a Renzo Costa), nada del otro mundo me recalcó el doc. Y así, después de unos cortes por aquí y otros por acá, me sacaron dos bultos que tenían ¿molestándome? (realmente no me molestaban, creo que fue por pura estética que me los he quitado) desde ya hace varios años.
El detalle morboso está en que la enfermera se ganó con toda mi retaguardia (y no se si habrá visto más) incluso podría afirmar que se le pasó la mano un par de veces (“se mira, se toca, pero no se muerde”, le dije cuando sentí su mano por tercera vez), hasta que el doctor llegó y realizó la operación en tiempo record… media hora (dijo que tuve suerte por que el alzheimer lo estaba venciendo). Suturado y como nuevo (con dos futuras cicatrices por quedar), me despedí amablemente del doc que fue no tan amable al tener que hacerle el pago. El próximo martes tengo que regresar para que me quiten los puntos y solo me queda reposar y esperar que esta tontería cicatricé. Como dije hoy día: son los granitos más caros que me han costado reventar!
Ahora entro en cierta disyuntiva, como todo morboso que soy le tomé un par de fotos a los pedacitos de grasa que me sacaron, las iba a postear, pero como el público puede mostrarse susceptible a ver sangre, suturaciones y esas cosas, preferí darle estos links de las fotos que tomé, si las quieren ver, hagan click y si no, pues pasen y dejen su comentario.
Ojo que les estoy advirtiendo, estás fotos son R-18 (necesitan supervisión adulta).
Foto del más pequeño.